No puedo respirar
Sentí en mi cuello como tu ausencia marcaba el regreso
de opresión a mi voz, que inició la huida en carrera al asfalto, no pude
encontrarla, la perdí. Extravié también mi anhelo, el que creí inmarcesible. Mi
corazón añicos con el peso en la columna vertebral ahogándome poco a poco
estrujando las Cotillas. No puedo respirar.
Reitero una vez más cuanto absorbe, mi capacidad de
razonar y permitir pensar ante algún movimiento no cauteloso de mi parte, que
me lleve en torno a alguna situación desastrosa donde no encontraré salida,
quedará nula. Quizás quedé vacío, punto, me rendí.
Salte al vacío presuroso, contrario de lo que todo mundo argumentaba, creí. Caí.
Salte al vacío presuroso, contrario de lo que todo mundo argumentaba, creí. Caí.
Si caigo, que sea en tus brazos, que me reconforte la
dicha, el calor.
Porque cavamos nuestra tumba solos, decidimos
encadenarnos a la última reserva de amor que nos quedaba, la sobre explotamos.
Termino por sobrepasar la soledad que inquietaba, paso, nos marchamos uno del
otro mucho antes de hacerlo físico, probablemente agonía precipitada disparada
venia acompañada.
Melancolía, nacida de causa física, pero también por la memoria, por un disparo.
Teníamos la boca de llena de estrellas, que arrullaban al tocarse nuestros labios, con un poder casi criminal de todo cambiar.
Un cambio que me costaría los abrazos por ausencia, ausencia deprendida tuya, elevada a los corazones distanciados por un muro lado a lado difícil de tornar invisible. Muro del tiempo, el tiempo que se mide por ausencias, no por años.
Poco expresa lo que significa cuando somos representantes del olvido, y me vi amenazado con la reincorporación a la rutina diaria de ser lo menos expresado, la rutina de un solo, de la soledad infinita que me afecta. La amenaza cumplida y el juego terminado.
Melancolía, nacida de causa física, pero también por la memoria, por un disparo.
Teníamos la boca de llena de estrellas, que arrullaban al tocarse nuestros labios, con un poder casi criminal de todo cambiar.
Un cambio que me costaría los abrazos por ausencia, ausencia deprendida tuya, elevada a los corazones distanciados por un muro lado a lado difícil de tornar invisible. Muro del tiempo, el tiempo que se mide por ausencias, no por años.
Poco expresa lo que significa cuando somos representantes del olvido, y me vi amenazado con la reincorporación a la rutina diaria de ser lo menos expresado, la rutina de un solo, de la soledad infinita que me afecta. La amenaza cumplida y el juego terminado.
Ruego porque existas nuevamente, quiero regresar al
caos, eres caos, lo ocasionas. Porque me quema el alma, me duele la existencia,
me quiebras. Y no me encuentro, me quede en ti. Mi asombrosa sensación que
atrae dolor intolerable, extrañando, el cosmos de tu cuerpo piel con piel en la
galaxia infinita, derritiendo mis manos en tu cintura, desmoronándose en partículas
infinitas como polvo diluido en agua.
Ahora sé lo que provoca no tenerte. Quiero desaparecer…
abonetta